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final abierto


Desafortunadamente nada dura para siempre, ayer el IV Foro de Economía y Cultura llegó a su fin, pero nos dejó una inolvidable experiencia.
El último evento fue una mesa de diálogo que combinó a los integrantes del comité organizador con ponentes de otras latitudes latinoamericanas: Marissa Reyes, Mane Nett, Niurka Chávez, Daniel Jaime, Clara Mónica Zapata e Ishtar Cardona.
Marisa Reyes comenzó explicando que el propósito del foro a grandes rasgos fue buscar la manera de aterrizar el marco teórico de la gestión cultural en marcos legales efectivos, en políticas públicas que cuiden el desarrollo integral y el buen vivir de las personas. Objetivo al que deberían aspirar todos los gestores culturales.
Niurka Chávez celebró la labor de reconceptualización que se llevó a cabo a lo largo de las jornadas del foro. Señaló que los derechos culturales deben ser tomados como derechos humanos, y que la atmósfera del foro demostró que en efecto existe una intención de generar marcos de exigibilidad para velar por estos derechos. Aseguró que hablar de economía cultural implica necesariamente hablar de participación ciudadana y de política cultural, en este sentido, lo que el foro nos deja como sociedad, son temas que deberán formar parte de una hoja de ruta que, elaborada en conjunto con las instituciones logre la materialización de lo que llamamos “gobernanza”.
Para Clara Mónica el tema que el foro planteó muy bien fue el de los derechos culturales, en este sentido, los participantes concordaron en que la cultura es un derecho fundamental que se encuentra actualmente insatisfecho. Es por esto que recordó que la tarea del sector cultural va más allá de la actividad creadora, puesto que tiene que ver con la responsabilidad social y la responsabilidad política. Se alegró de que el foro haya mostrado la fuerza del relevo generacional, una nueva generación de gestores empapados de rigurosidad argumentativa y de apertura. Indicó que no debemos dejar de integrar la diversidad y la pluralidad a nuestras reflexiones. Resaltó que hay todavía una debilidad latente: somos aún marginales en las instancias de decisión, todavía no hemos sido capaces de hacer respetar la diversidad y la preservación de la identidad en los marcos legales. Añadió que es justo iniciar ya con la comprensión de lo que llamamos Latinoamérica, siendo necesario poner énfasis en la vitalidad histórica, patrimonial y proyectiva de esta región. El reto es construir marcos de pensar y de actuar, en lugar de limitarnos a adoptar y absorber.
Mane Nett se centró en recordar que la cultura es una de las cosas más importantes que tenemos, y que es un verdadero logro el hecho de que debates que antes se veían lejanas, como el de la diversidad cultural, hayan podido ser introducidos en las discusiones políticas. Felicitó con gran alegría al comité organizador del foro e hizo el llamado a extenderlo a nivel Latinoamérica, sin limitarse a buscar las sedes solamente en las ciudades capitales, puesto que en otros lugares se hacen también cosas sumamente interesantes. Finalizó haciendo la enérgica invitación a la sociedad civil para empujar a los gobiernos y proteger e impulsar la cultura.
Ishtar Cardona resaltó el esfuerzo de los organizadores al enfrentar la idea de que la cultura no es importante. Se concentró en mostrar su preocupación ante el hecho de que los planes culturales se quedan aún en el plano de la teoría abstracta, esto debido a que los gestores no se acercan a cuestiones fundamentales como son los planes financieros y los contratos. Hizo hincapié en que los gestores deben poseer todos los ángulos, incluido el económico y el político, para salir de los discursos heroicos y positivos en torno a planes culturales, que sólo terminan evidenciando la falta de herramientas y estrategias adecuadas para ponerlos en práctica. Es importante también, aseveró, que no perdamos de vista el trasfondo histórico del bagaje conceptual que usamos, además de que desarrollemos las herramientas no sólo teóricas, sino técnicas para atacar los problemas que nos competen. La cultura, opinó, puede ser mercancía, aunque no una mercancía cualquiera. El trabajo del gestor es fungir como traductor entre la esfera de la creación y la esfera de la acción, es por ello imprescindible concentrarnos en crear planes de estudio más completos, construir espacios de verdadera discusión, idear una agenda latinoamericana que vincule al sector cultural con el sector público en una dinámica que vaya más allá de los ejercicios de democracia representativa, construyendo una verdadera democracia participativa.
Daniel Jaime aplaudió el hecho de que el foro escapara a la monotemática en la que caen la gran mayoría de eventos académicos. Argumentó que es importante dejar de adoptar modelos teóricos y prácticos pensados para realidades europeas, en lugar de ello hay que construir modelos desde nuestro contexto latinoamericano, desde la gente común que día con día busca crear empresas culturales. Señaló que es vital que no perdamos de vista que la ciencia en general debe servir para mejorar el bienestar social, que es este el parámetro que determina su éxito en países, industrias y comunidades. La cultura no puede ser mercancía, si acaso es un camino para el desarrollo de las comunidades, pero al no podérsele apropiar escapa a la categoría de simple mercancía. Dijo que hay un notorio avance con respecto de las discusiones de hace cinco años, en las que no se alcanzaba todavía a comprender el término: economía cultural. Este tipo de foros, notó, muestra también las nuevas direcciones del interés económico, que en recientes años se ha desplazado de la producción hacia los servicios, en este caso específico: servicios culturales. Para él, el evento es evidencia de que hemos iniciado a construir nuestras propias tendencias, que ya no nos limitamos a simplemente adoptarlas.
Marissa se alegró de la gran diversidad de formaciones y de experiencias que confluyeron en el foro. Aclaró que la intención desde el principio fue la de poner a dialogar a la política con la academia, siendo conscientes de que la idea provino del ámbito académico aunque con miras a la construcción del vínculo con el otro: el ámbito público. Así, en el foro, se reconoce un primer momento: mirarnos, encontrarnos, cuestionarnos y consolidar redes; al que necesariamente debe seguir el momento de decidir qué es lo que vamos a hacer juntos. El contexto actual nos demuestra que son posibles la organización y la participación civiles, es entonces necesario comenzar a generar las dinámicas que permitan, incentiven y fortalezcan la participación. Añadió que el trabajo no acaba con la realización de foros y congresos, necesitamos que la academia salga a hablar, hay que ir a discutir con los que toman las decisiones. ¿Qué es pues lo que sigue al IV Foro de Economía y Cultura?
Ishtar señaló que no sólo se trata de llevar las ideas a las cámaras legislativas, puesto que esto se hace ya sin mucho éxito, sino que es necesario encontrar otras vías de incidencia. Afirmó que un grave problema en el sector cultural es la renuencia, decidia y flojera al momento de adquirir técnicas relacionadas a la economía y la política. Señaló que más que tener la obligación de apoyar con fondos, el Estado tiene el deber de generar condiciones materiales adecuadas para la expresión cultural.
Clara propuso la realización de una relación de capítulos desde el foro para ser llevada a otros eventos académicos y así dar continuidad, en lugar de fraccionar, a la resolución de problemas y medir los avances alcanzados. Señaló que es de vital importancia la creación de una agenda.
Marissa dio término al foro agradeciendo a todos los ponentes, organizadores y patrocinadores, de ahí pasamos a un cálido brindis.
La tarea queda pendiente para todos los que nos dedicamos a la cultura, es necesario que planteemos de forma clara las estrategias que vamos a seguir para hacer que las instancias encargadas de tomar las decisiones comiencen a tomar en cuenta las preocupaciones nacidas en las discusiones académicas en torno a la compleja relación entre economía y cultura. Agradecemos a los organizadores del foro por la invitación y esperamos que los ecos de las reflexiones que aquí tuvieron lugar marquen el camino en el involucramiento que la academia debe tener en las cuestiones políticas y económicas, de las que tanto depende el bienestar social.
