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Negociar nuestro trabajo por Evelin jacqueline Antonio Jasso

En el núcleo del Estado capitalista –nuestro país sin duda lo es- se encuentra la relación capital-trabajo. Es únicamente mediante esta relación que es posible generar ganancia. Su sucesiva acumulación por parte de los propietarios, se mantiene la diferenciación entre estos y aquellos que no tienen más que su fuerza para desempeñar actividades laborales; ante dicha estructuración del sistema económico en el que nos encontramos -en el que la diferenciación de clase está basada en el capital con el que cada individuo cuenta- ¿dónde se encuentra un espacio político? O, mejor dicho ¿cómo podemos ejercer cierto poder para modificar esta desigualdad estructural?

Desde la sociología del trabajo se ha estudiado la relación que acabo de mencionar, en general se plantean tres agentes en el sistema de relaciones laborales: los patrones (empresas-empresarios), el gobierno y los trabajadores. Para responder a las preguntas antes planteadas me centraré en la perspectiva de lo que el último agente puede hacer, siguiendo a dos escuelas que más aportes han dado en esta rama de la sociología: la Escuela Inglesa y la de Wisconsin.

Ambas coinciden en que el instrumento idóneo de los trabajadores para contrarrestar la relación de desigualdad en la que se encuentran frente a los patrones es la negociación colectiva; para llevar a cabo un acuerdo que abarque no sólo un salario justo, sino las óptimas condiciones del lugar de trabajo y las prestaciones precisas a cada tipo de 

trabajador. Es necesario, en primer lugar, un ambiente laboral –que supone un entramado legal y la política institucional- que permita la libre asociación y organización, sin estas libertades no es posible una acción colectiva sin riesgos para quienes la llevan a cabo.

Así pues, negociar colectivamente, los trabajadores frente a los patrones permite:

  • Equilibrar las asimetrías en la sociedad, pues atenúa las desigualdades, no sólo económicas, sino políticas, de ejercicio de poder –el poder de decisión sobre las condiciones de trabajo, (que tienen repercusiones en la forma de vida de las personas)- que anteriormente a la discusión y consecución de acuerdos eran las imperantes en la relación obrero-patronal.            

  • Ejercer los derechos laborales, que no son más que una especificidad de los derechos humanos.                                                                           

Me parece de suma importancia reconocer los espacios en donde es posible ejercer nuestra capacidad de cambiar incluso aquello que en la realidad nacional parece inamovible y dictado por personas “superiores” como los patrones, empleadores o políticos. Actuar en dichos espacios tiene repercusiones no sólo en los espacios de trabajo, sino en un nivel mayor, pues se llevan a cabo prácticas propias de una democracia, he ahí su trascendencia.

Fotografía de Daniel Eudave Santos

© 2017 REVISTA BALADÍ. Diseñado por Juan Carlos Mendoza y Humberto García Cervantes. Todos los derechos reservados.

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