top of page

¿Ha concluido la batalla del feminismo? 

por José David garcía Cervantes

La capacidad de la mujer en nuestras sociedades hoy en día tiene una casi nula diferencia con la del hombre en todos los ámbitos, desde sociales hasta físicos. Ha llegado al punto en el que las diferencias radican únicamente en nuestra biología. La mujer tanto en su casa como en su trabajo goza de una comodidad social en el ejercicio de sus actividades diarias notablemente positiva. Es cada vez mayor el número de mujeres que no solamente estudian para distraerse, sino para superarse profesional e individualmente, independizándose así del hombre. Pero no se puede concluir que la igualdad conseguida sea suficiente para las necesidades de la mujer, o que los objetivos del feminismo hayan sido alcanzados plenamente. Nuestras costumbres no han eliminado íntegramente los paradigmas machistas que atacan instintivamente a la mujer.

El feminismo es uno de los movimientos más trascendentales del siglo pasado y es innegable que sus ideas revolucionarias han alcanzado resultados sumamente efectivos en la búsqueda de una sociedad completamente igualitaria para hombres y mujeres. Su lucha no ha terminado, ya que en muchos ámbitos se sigue practicando la preferencia hacia el hombre o hacia ciertas ideas que no permiten a la mujer tener pleno goce y ejercicio de su derecho a la libertad. Y menciono la palabra derecho porque las leyes ya cambiaron, y nuestra Constitución misma subraya la igualdad entre hombres y mujeres.  Lamentablemente no han cambiado nuestras costumbres,  inclinadas a favor del hombre -en muchos ámbitos.

Es tan importante la paridad de género actualmente, que tanto hombres como mujeres han demostrado capacidad para realizar actividades históricamente tipificadas para la otra parte. Hoy en día, ninguna persona con sentido común  podría atreverse a decir que la mujer es inferior al hombre. Y ello significa que el feminismo ha obtenido notables y contundentes victorias frente al machismo practicado social y cotidianamente.

Hay puntos fundamentales para que estas prácticas sociales puedan mejorar y de este modo  ver  por esta igualdad ansiada entre hombres y mujeres. En primer lugar, la mujer debería fortalecer su propia libertad, tanto en su hogar como en lo profesional. Esto ha justificado que muy pocas mujeres que terminan una licenciatura y se disponen a ejercer su profesión, puedan ejercer un papel importante con su familia o superarse profesionalmente si fijan toda su 

atención en su familia. Es decir, no pierden su preocupación por la parte descuidada cualquiera que sea impidiéndole poner de toda su atención a su actividad prioritaria Pero es importante destacar que tampoco el hombre lo ha logrado. Por lo cual ambas partes, deben superarse y ser capaces de responder y ser responsables en todas las decisiones que libremente hacen. En segundo lugar, es indispensable que la mujer deje de ser vista como un objeto, y sea valorada como un sujeto. La violencia sexual, las agresiones, los malos tratos y la discriminación sobreviviente, nos muestran que la mujer sigue siendo vista como objeto.

La inclusión de la mujer en todos los ámbitos y su trato equitativo en la sociedad es muy importante que sea practicada por ambas partes. Y no solamente hacia la mujer, sino para  todos los miembros que han sido denigrados históricamente. Es imprescindible que se logre una visión igualitaria para todos los miembros de una sociedad para que fluya correctamente su funcionamiento y logren dar el siguiente paso hacia un pleno desarrollo.

Notablemente las mujeres han logrado que se practique el respeto hacia su persona como miembros de una sociedad, y muestra de ello es el destacado incremento de derechos que actualmente disfrutan con respecto de los que gozaban antes del siglo XX. Lo cual significa que el feminismo ha generado muchos frutos para el desarrollo de la mujer en nuestros agrupamientos. De la misma manera le ha generado obligaciones sociales y mayor responsabilidad al ejercer sus derechos. Es ahí donde la mujer debe demostrar madurez frente al cambio de la sociedad, respeto propio y hacia otras mujeres, y adaptarse a los nuevos derechos y obligaciones que ha adquirido para que sea valorada de la misma manera que cualquier otro miembro que conforma a nuestra sociedad.

En nuestras costumbres preferenciales al hombre participan ambas partes -es decir-, al machismo, lo siembran y cultivan tanto hombres como mujeres, y por lo tanto me parece puntual deducir que la mujer misma ha significado un obstáculo para su propia lucha, misma que no terminará, hasta que nuestras costumbres -incluyendo evidentemente las de las mujeres- impongan un alto al machismo que históricamente ha detenido el crecimiento de la mujer dentro de nuestras sociedades.

El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos

Simone de Beauvoir

Fotografía de Bárbara Zepeda Eguiarte

© 2017 REVISTA BALADÍ. Diseñado por Juan Carlos Mendoza y Humberto García Cervantes. Todos los derechos reservados.

bottom of page