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la diversidad cultural en la sociedad, ¿un bien o un mal?

 por José David García Cervantes

“Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojala ya no tuviera necesidad de soñarlas.

 

Martin Luther King

Es bastante dichoso saber que una idea compartida ha sido bien recibida. Conforme han ido pasando los meses de este prometedor proyecto me causa mucha satisfacción poder observar que las ideas de esta sección sean consideradas para la atención de, por lo menos, otra persona.  Y no solamente de este apartado sino de todo el proyecto. Uno de los principales objetivos de Revista Baladí es la reflexión con base en la expresión de ideas. Expresión que no se podría lograr sin la aceptación del lector. Y precisamente sobre este tema me gustaría indagar un poco más en esta ocasión.  Me resulta interesante que una y otra persona puedan opinar, ahondar y especular sobre un tema en específico. Compartir sus pensamientos e ideologías y enriquecer su conocimiento mutuamente. ¿Cómo lograrlo sin miedo a expresar una idea que desate el rechazo social? ¿Cómo es que una persona se siente con el derecho para arremeter contra una cultura ajena, que desconoce? Podría parecer una cuestión superada o repetitiva. No lo es. Basta con reflexionar lo siguiente: ¿Te parece posible que cualquier miembro de nuestra sociedad pueda hablar en cualquier lugar y de cualquier tema cultural con total libertad, sin que sea juzgado por al menos otra persona? A mí parecer no vamos por un camino claro hacia una libertad de expresión plena en cuanto a diversidad cultural nos referimos.

No me considero una persona creyente, pero me gustaría recordar el capítulo bíblico que narra la construcción de la Torre de Babel, que considero, está totalmente relacionado con el origen de la diversidad cultural. En él se considera una maldición la existencia de distintas lenguas puesto que es obra de un castigo divino. Me parece que la intención de este “castigo divino” es interesante ya que, a la larga, beneficia a todos los integrantes de dicha población.- tal vez sin que ellos mismos logren apreciarlo. Le permitió, tiempo después, una riqueza incalculable, en todos los sentidos a las sociedades de la humanidad.

Vivimos en un país con una de las mayores riquezas en diversidad cultural a nivel mundial. Podemos observar a nuestro alrededor y encontrar muchos tonos de piel y otros rasgos físicos distintos, una diversidad de partidarios de creencias religiosas distintas e infinidad de distintas opiniones y puntos de vista en torno a un mismo tema. En mi opinión, el sendero de la desarmonía entre distintas culturas comienza 

aquí, en esta diversidad. Es imposible que tantas culturas logren coincidir en todas sus ideas. Sin embargo no es admisible que una cultura pretenda sobreponerse a otra. Se trata de un conflicto que se vislumbra difícil. Es precisamente aquí donde deben entrar en consideración principios básicos como el respeto y la tolerancia para un desarrollo pleno.

¿Por qué una persona decide rebasar los límites de sus derechos para agredir los de otro? No hay solamente una respuesta, ni tampoco una única que sea correcta. La más razonable, sin embrago, sería que los verbos "agredir" y "juzgar" son mucho más fáciles de poner en práctica que otros como "escuchar" y "comprender". La decisión la tiene cada persona. Aunque muchas veces se encuentra influida y motivada por la opinión de la mayoría. Si la mayoría lo ve mal, hay que verlo mal, inclusive muchas veces buscamos argumentar la superioridad de nuestras opiniones o características sobre  el resto, fundamentándonos en la opinión de la mayoría.

La diversidad cultural es un tema bastante extenso puesto que la cultura abarca todas las expresiones humanas, ideas, costumbres y tradiciones de una agrupación. Y hago referencia a esto porque ninguna conducta o costumbre se puede descartar al hablar del choque que existe en la multiculturalidad. Todo lo diferente se juzga, se critica o se reprime.

No es necesario cruzar continentes o países, ni siquiera regiones o estados para poder encontrar choques entre culturas. Si alguien no es católico en una tierra por tradición “santa”, es merecedor de ataques a sus creencias. Si alguien es perteneciente a una etnia o tiene rasgos indígenas en una población de fisonomía "occidental", ocasiona que sus tradiciones y prácticas sean objeto de críticas, burlas y represiones. Y qué decir sobre las actividades ideáticas preferenciales para hombres o mujeres, sobre el rechazo moral hacia las personas discapacitadas o que expresan su homosexualidad en público, sobre la crítica hacia una clase social de “menor rango” o hacia una profesión de “menor prestigio”.

No solamente se juzga directamente a una etnia o religión, sino que existe un prejuicio instintivo y por costumbre hacia lo distinto. Generalmente preferimos defender una posición considerada tradicionalmente como “correcta” y agredir a la idea “opuesta”. El problema es que estos choques no terminan en críticas verbales, sino que han

Día de la armonía en Australia

By DIAC images (Harmony Day) [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons

sido motivo de guerras, de esclavitud, de represión y de expulsión. Pero, ¿por qué no mejor respetar o por lo menos tolerar prácticas distintas a las propias? 

Hay una infinidad de buenos resultados sociales cuando varios integrantes actúan colectivamente. La convivencia multicultural enriquece y facilita el desarrollo de una agrupación. Abre horizontes que para una persona encerrada en una sola de forma de ver el mundo serían de difícil visualización. Expande las capacidades de la colectividad y permite que la mayor cantidad posible de necesidades sean satisfechas. Por lo tanto, la unión de dos o más culturas no debe ser sinónimo de conflicto. Sé que es difícil que una persona pueda cambiar de parecer o actuar repentinamente. No encuentro la razón de preferir entre una costumbre y otra. Lo que para una persona puede valer su felicidad entera, para otra tal vez no signifique nada en lo absoluto. Mas ello no significa que una parte tenga que intentar convencer a la otra; ni la otra compartir su idea. Lo que sí es necesario es que imperen el respeto y la libertad en las comunidades humanas. Escuchar. Respetar. Reflexionar.

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